Gracias a los vecinos de Noemí Hernández que limpiaron los escombros en su comunidad inmediatamente después del huracán, ella pudo presentarse a trabajar a las 6:30 de la mañana para preparar el desayuno de las personas que estaban en el refugio de la escuela Leoncio Meléndez en Las Piedras. Para Noemí, que tiene más de 17 años de experiencia en comedores escolares y de los cuales los últimos ocho como encargada del comedor, esta fue la primera vez que tuvo a su cargo la responsabilidad de administrar las comidas del refugio después de un huracán.
"Esas mujeres del comedor escolar son más que heroínas", expresó Yamilys Roldán, directora del plantel escolar, sobre las empleadas del comedor a cargo de brindar tres comidas al día a 100 personas refugiadas y 400 comidas adicionales entregadas diariamente a los empleados del municipio que ayudaban en la respuesta del huracán María y a un centro de ancianos cercano.
Durante aproximadamente tres meses, el comedor operó sin energía. Esto fue un desafío que Noemí enfrentó ya que tuvo que encontrar la manera de continuar proveyendo los servicios. "No te puedes imaginar lo que teníamos que hacer. Llevaba las carnes a la escuela Ramón Power que está en el pueblo de Las Piedras. Como tenían electricidad, allí sazonaba las carnes y las guardaba en la nevera. Al día siguiente a las 6:00 de la mañana, iba a recogerlas para llevarlas al refugio".
Estas son las experiencias que a partir de ahora Noemí no tendrá que contar pues gracias a las donaciones recibidas por la Cruz Roja Americana, su escuela recibió micro redes solares y unas baterías para brindar energía constante en el comedor y en el área de refugio. "¡Diez chocolates!", esa fue la calificación que Noemí le dio a la Cruz Roja cuando se enteró de este proyecto. Luego exclamó "¡ahora podremos darle a los refugiados leche fría y postres!"
Por su lado, la directora de la escuela Yamilys Roldán expresó que “nuestra escuela está posicionada en un lugar al que tienen acceso muchas familias diferentes, y ahora con estas nuevas herramientas que nos provee la Cruz Roja, podremos ofrecer un servicio más amplio de alimentación, entre otras cosas".
Para Noemí, y las ocho empleadas que ella supervisaba, dejar a sus familias y venir a trabajar no fue fácil. "Fue difícil dejar a nuestras familias y venir a trabajar para cumplir con nuestras obligaciones, pero lo hicimos porque sabíamos que estas personas tenían más necesidades que nosotros; y al final uno siente satisfacción porque cuando se van, sabemos que es para regresar a sus hogares o incluso a unos nuevos".